El vuelo de la aerolínea GlobalX aterrizó este martes 28 de enero a las 14:13 en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo de Guayaquil, trayendo a decenas de migrantes deportados desde Estados Unidos. Estos compatriotas, muchos de ellos solteros o sin vínculos legales, relatan experiencias de maltrato, esposas oxidadas y condiciones que califican de denigrantes durante el traslado.
“Nunca me he sentido tan denigrado en toda mi vida”, expresó Aurelio, de 23 años, quien llegó desde Luisiana con esposas atadas a la cintura, las manos y los tobillos. Junto a otros deportados, soportó un vuelo donde no podían moverse ni acudir al baño libremente. Estas restricciones les fueron retiradas apenas 20 minutos antes de aterrizar.
El grupo forma parte de los primeros deportados bajo el nuevo mandato del presidente Donald Trump, aunque la mayoría había sido aprehendida antes de su posesión. Aurelio, oriundo de Quito, estuvo detenido dos meses en un centro de retención tras ser capturado en El Paso, cerca de la frontera. “Las esposas me recordaban el viaje de terror que hemos tenido”, afirmó.
Otro caso es el de Paulo, un lojano de 38 años, quien vivió una experiencia aún más traumática. Fue confundido en la frontera con un hondureño buscado por la justicia y pasó ocho días con las manos atadas, en condiciones de extremo frío. “Nunca cometí un delito. Fui taxista y trabajé cinco años para pagar a una persona que me llevaría a Nevada, pero me dejó solo. En la frontera me golpearon y me acusaron de algo que no era cierto”, contó.
El avión que los trajo despegó de regreso a Alexandría, Estados Unidos, a las 15:38. Mientras tanto, los deportados enfrentan un regreso lleno de incertidumbre, cargando sus pocas pertenencias en fundas plásticas y con la difícil tarea de reconstruir sus vidas.