Barcelona y otras ciudades españolas alzan la voz contra el turismo excesivo

Protestas en Barcelona, Palma, Granada y San Sebastián reflejan el creciente rechazo ciudadano al turismo masivo. Los manifestantes denuncian el encarecimiento de la vivienda, la expulsión de residentes y la saturación urbana.

Miles de personas salieron a las calles este fin de semana en varias ciudades de España para protestar contra los efectos del turismo masivo. En Barcelona, unas 600 personas, según la Guardia Urbana, marcharon con pancartas que decían: “Un turista más, un vecino menos” y “El turismo nos roba”. Las manifestaciones también se replicaron en Palma, San Sebastián y Granada, donde los ciudadanos exigieron reformas urgentes frente a un modelo turístico que consideran “depredador”.

Las principales quejas apuntan al encarecimiento de la vivienda, el desplazamiento de residentes, el deterioro ambiental y el colapso de los servicios públicos. En barrios como el Albaicín de Granada, una de cada cuatro viviendas ya se destina al alquiler turístico. En Palma, más de 90 colectivos marcharon bajo el lema “Menys turisme, més vida”, pidiendo medidas como la prohibición del alquiler vacacional, la reducción de vuelos a las islas y mantener la moratoria sobre los mega cruceros.

Frente a esta presión, el Ayuntamiento de Barcelona ha propuesto eliminar todos los pisos turísticos para 2028, lo que permitiría devolver unas 10 000 viviendas al mercado residencial.

Pese a estas medidas, el turismo sigue creciendo. Solo en abril de 2025, España recibió 8,6 millones de turistas internacionales, un 10,1 % más que el mismo mes del año anterior. El gasto también batió récords: más de 10 800 millones de euros en un solo mes, según el INE.

Para muchas ciudades, este crecimiento económico ha traído consigo un fuerte impacto social. En San Sebastián, se habló de una auténtica emergencia habitacional. Y en Granada, más de 300 personas protestaron incluso durante la Feria, exigiendo que sus barrios sigan siendo espacios para vivir, no solo para visitar.

Las protestas no solo reclaman límites al turismo, sino que expresan un deseo profundo por recuperar la vida de barrio y frenar una transformación urbana que amenaza con volver inviable la vida cotidiana de los residentes.

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