El gobierno de Donald Trump prepara un anuncio que podría marcar un antes y un después en la investigación del autismo. Autoridades sanitarias de Estados Unidos revisan estudios recientes que sugieren una posible relación entre el consumo de paracetamol (acetaminofén), conocido mundialmente como Tylenol, durante el embarazo temprano y un mayor riesgo de que los niños desarrollen este trastorno del neurodesarrollo.
Entre los informes evaluados se encuentra una revisión realizada en agosto por investigadores de Mount Sinai y Harvard, que respalda esta hipótesis y ha despertado un intenso debate en la comunidad científica. Ante estos hallazgos, funcionarios federales planean emitir advertencias a mujeres embarazadas, recomendando limitar el uso del medicamento únicamente en casos de fiebre.
De manera paralela, las autoridades sanitarias están estudiando el potencial de la leucovorina, un fármaco menos conocido, como posible tratamiento para el autismo. Ensayos clínicos preliminares han demostrado mejoras notables en la capacidad de comunicación de niños que recibieron esta terapia experimental.
El plan es liderado por el secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., junto con el comisionado de la FDA, Marty Makary, y el director de los Institutos Nacionales de Salud, Jay Bhattacharya. Según fuentes oficiales, la Casa Blanca anunciará estas iniciativas en una conferencia de prensa, calificándolas como un posible avance histórico en la lucha contra el autismo.
Actualmente, uno de cada 31 niños de 8 años en EE. UU. ha sido diagnosticado con autismo, una cifra alarmante si se compara con el año 2000, cuando la proporción era de uno en 150, según datos de los CDC. Aunque las causas del trastorno siguen siendo complejas —con factores genéticos y ambientales en juego—, el posible rol de medicamentos de uso común como el paracetamol está reabriendo un debate urgente en la ciencia y la salud pública.
