El país entra en una nueva fase de calma tensa. Marlon Vargas, presidente de la Conaie, anunció este miércoles 22 de octubre el fin del paro nacional que durante 31 días paralizó varias provincias del Ecuador, en especial Imbabura, epicentro de las protestas.
La decisión, que el propio Vargas calificó como “difícil”, se tomó tras el anuncio del presidente Daniel Noboa, quien ordenó a las Fuerzas Armadas y la Policía intervenir para recuperar el control de las carreteras y restablecer el orden en la zona norte del país.
“Pedimos a nuestras bases despejar las vías y regresar a nuestros territorios. No queremos más muertes ni heridos”, declaró el dirigente indígena.
El temor a un nuevo episodio de violencia fue determinante. Horas antes, el comandante de las Fuerzas Armadas, Henry Delgado, había advertido que un amplio contingente militar sería desplegado en Imbabura para cumplir la orden presidencial.
El paro, que el Gobierno calificó como “provincial”, dejó un saldo de al menos dos fallecidos, decenas de heridos y varios detenidos, según reportes preliminares de organismos de derechos humanos.
Aunque se levanta la medida, la Conaie mantiene su posición política. Vargas advirtió que “la lucha no termina” y que el movimiento centrará ahora sus esfuerzos en impulsar la campaña por el “No” a la Asamblea Constituyente, propuesta impulsada desde sectores afines al Ejecutivo.
En un comunicado, el dirigente también exigió al presidente Noboa “la desmilitarización de las comunidades, la liberación de los detenidos y la reparación a las familias de las víctimas”.
Por su parte, las primeras reacciones desde el Gobierno no se hicieron esperar. El ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo, celebró el fin de la paralización con un mensaje en redes sociales:
“Cumplimos con lo que todo el Ecuador pidió. Gracias a nuestro pueblo y al Bloque de Seguridad, los que están en contra del progreso ya no tienen cabida”, escribió.
Con el levantamiento del paro, Ecuador enfrenta ahora el reto de la reconciliación nacional tras semanas de tensión política, económica y social. Sin embargo, las palabras de Vargas dejan claro que el conflicto entre el movimiento indígena y el Gobierno aún no ha terminado, solo cambió de escenario.