Daniel Noboa y Verónica Abad pocas veces trabajaron juntos. Antes de la primera vuelta para la presidencia, compartieron algunos meetings y recorridos. Sin embargo, para la segunda vuelta, Verónica Abad desapareció de todos los escenarios donde aparecía Daniel Noboa.
Declaraciones públicas mantuvieron en escena y ayudaron en ese distanciamiento entre autoridades que después quedó evidenciado.
No recibieron los resultados juntos y en la ceremonia de entrega de credenciales lucían incómodos. Juntos volvieron a estar solo el 23 de noviembre en el acto de posesión en la Asamblea y la firma de los primeros decretos ejecutivos en Carondelet.
Después de eso, la rivalidad cobró fuerza. Verónica Abad no asistió al primer almuerzo en el Palacio de Gobierno; en lugar de eso, estuvo en el mercado de Iñaquito, dejando en claro que entre los dos hay una línea divisoria bien marcada.
El presidente Daniel Noboa buscó y encontró la manera de mantenerla lejos. A mediados de diciembre del año pasado, la envió a Tel Aviv a cumplir el cargo de embajadora de la paz en Israel.
PERO AHI NO QUEDO TODO
El hijo de Verónica Abad, Sebastián Barreiro, fue aprehendido en marzo y recluido en La Roca, acusado de ofrecer tráfico de influencias en el denominado caso ‘NENE’. En el expediente hay fotografías de la vigilancia y seguimiento que se le hicieron a Barreiro tres días antes de su detención.
Verónica Abad no acató la orden de la Cancillería de guardar silencio y acusó al presidente Daniel Noboa de atropellarla y perseguirla.
«En vez de ser agradecida y ejercer las funciones para las cuales fue designada, está todo el rato actuando en contra del Ecuador»
declaró el Canciller de Ecuador.
La disputa fue subiendo de tono y se sumaron otras medidas en contra de Abad que no provienen del gobierno, pero que podrían llevarla a la destitución.
Primero, el consejero de participación ciudadana Juan Guarderas presentó una demanda electoral en su contra por hacer campaña anticipada cuando esperaba ser alcaldesa de Cuenca.
Segundo, la suspensión de su visa estadounidense.
«No fue un acto de autoritarismo por parte del presidente, sino que fue una demostración de que este gobierno no iba a permitir actos de corrupción»
indicó un portavoz del gobierno.
Lo que ha quedado claro es que su distanciamiento es irreversible, pues el gobierno ha afirmado que Verónica Abad no será quien reemplace a Daniel Noboa cuando tenga que ausentarse para hacer campaña por la reelección.
Verónica Abad se ha convertido en una inesperada enemiga interna para el gobierno que el mismo Daniel Noboa eligió, y de quien ahora no quiere entregarle el cargo.