El cubano Jorge Piñón, experto en energías, compara el sistema eléctrico de Cuba con un “almendrón”, esos autos de los años cincuenta que los turistas suelen fotografiar. “Se le rompe el motor, se le rompe una llanta, y siempre hay algo más que arreglar. Es como querer competir en el Grand Prix de Mónaco con ese coche”, explica el director del Programa de Energía para Latinoamérica y el Caribe de la Universidad de Texas. Hace dos años, advirtió sobre un posible colapso del sistema eléctrico, que ocurrió el 17 de octubre, dejando a todo el país a oscuras.
Cinco días después, el servicio sigue sin restablecerse por completo, provocando escasez de comida, agua y paciencia entre la población. En solo tres días, el sistema colapsó al menos cuatro veces, dejando a muchos sin electricidad durante hasta 76 horas. La situación es crítica, especialmente para quienes dependen de dispositivos médicos. A pesar de esto, el presidente Miguel Díaz-Canel afirmó en X que hay “Patria, Revolución y socialismo”, lo que desató críticas en redes sociales, con comentarios sobre la ineficacia de esos conceptos frente a las necesidades básicas.
El estado de “emergencia energética” declarado en Cuba el viernes no sorprendió a economistas ni a especialistas en energías. Era evidente que un gran apagón estaba cerca, resultado de un fallo sistémico en una infraestructura antigua que no produce suficiente energía para autoabastecerse. Además, depende de importaciones que no puede financiar y de socios que cada vez ofrecen menos petróleo.
El economista Ricardo Torres señala que el deterioro del sistema eléctrico es evidente y ha sido un problema por años. La economía cubana no genera divisas suficientes para comprar combustible, y las inversiones en el sector han sido mínimas. Mientras tanto, se han destinado más recursos a hoteles de alto estándar, ignorando la planificación central necesaria para prevenir crisis.
Lo que sucederá a continuación es incierto. La Unión Eléctrica de Cuba (UNE) informó que se había recuperado el 50% del servicio en La Habana y se están implementando microsistemas en algunas provincias. Sin embargo, expertos como Jorge Piñón advierten que estas son soluciones a corto plazo. Sin un cambio en el modelo económico del Gobierno, que incluya descentralización y apertura a la inversión, el sector eléctrico cubano seguirá en crisis.
Las viejas causas que llevaron al colapso del 17 de octubre
El colapso histórico del 17 de octubre de 2024, el apagón más largo en Cuba, se debe a causas arraigadas y no a fenómenos naturales como el huracán Ian. La infraestructura energética, con poco mantenimiento, ya mostraba signos de debilidad.
Jorge Piñón, experto en energías, señala que las ocho plantas termoeléctricas de Cuba, con casi 40 años de operación, necesitan mantenimiento que la UNE no ha proporcionado. Las soluciones han sido parches temporales, y las plantas requieren una recapitalización total. El crudo cubano utilizado como combustible, muy pesado y contaminante, también ha contribuido al deterioro.
Desde 2019, Cuba ha dependido de plantas flotantes turcas y grupos electrógenos para aliviar la carga, pero estos también requieren combustible y mantenimiento constante. Sin embargo, la verdadera crisis radica en la falta de combustible. En septiembre, Venezuela envió solo la mitad de lo habitual, y México ha reducido sus envíos a menos de la mitad.
Además, proyectos de suministro de petróleo desde Rusia y acuerdos con China para un parque eólico en Las Tunas no han avanzado. Piñón concluye que la clave es una mejor gestión económica, algo que actualmente falta en el país.