En un giro controversial, el Municipio de Quito sorprende al intervenir la calle Francisco de Caldas, en el corazón histórico de la ciudad, con una inusual capa de pintura amarilla antideslizante. Esta medida, parte de un proyecto para establecer senderos seguros, ha generado debate sobre su impacto estético y funcionalidad. Según el Municipio, la intervención, que no tuvo costo directo gracias a una donación de la empresa Pintulac, busca beneficiar tanto a turistas nacionales como extranjeros.
La controvertida transformación de la calle en amarillo toma inspiración de iniciativas similares en Suiza e Islandia, donde obras de arte urbano han sido utilizadas para fomentar corredores seguros. Este proyecto busca no solo mejorar la estética urbana, sino también garantizar la seguridad de los transeúntes en el corazón histórico de Quito.
Este ambicioso proyecto de arte terrestre en el centro histórico de Quito transforma 10.000 m² de paisaje urbano en un espacio público singular, todo bajo el dominante color amarillo.
La iniciativa del artista Felipe Escudero conecta dos hitos históricos de la ciudad: la majestuosa Basílica del Voto Nacional y el imponente Palacio de Cristal Itchimbía, mediante una franja monocromática de 1,6 km.
Más que una simple intervención estética, este proyecto tiene como objetivo promover la interacción comunitaria, revitalizar la vida urbana y mejorar la percepción de seguridad, embelleciendo significativamente el entorno urbano.
A pesar de las nobles intenciones detrás del proyecto, ha surgido una polémica entre los residentes locales.
Édison Simbaña, habitante del área, ha expresado su preocupación por la calidad de la pintura utilizada, la cual describe como resbaladiza, sobre todo cuando está mojada.
Las autoridades municipales están siendo criticadas por lo que parece ser una falta de comunicación y una presunta falta de atención a las solicitudes de seguridad de la comunidad. Mientras tanto, los vecinos están lidiando con los efectos adversos de la nueva pintura en su vida diaria.