El miedo volvió a las calles de Machala, capital de la provincia de El Oro, tras un nuevo hecho sangriento que evidencia la escalada de violencia que azota al país. La noche del jueves 6 de noviembre, alrededor de las 21:00, seis personas fueron ejecutadas dentro de un billar ubicado en el norte de la ciudad.
Según los primeros reportes, dos sicarios que se movilizaban en motocicleta ingresaron al local y abrieron fuego contra los clientes, sin mediar palabra. Los impactos de bala dejaron a varias víctimas tendidas en el suelo, mientras los atacantes huyeron a toda velocidad.

Testigos relataron que el ataque fue tan rápido como brutal. “Solo escuchamos las ráfagas y después todo era gritos y sangre”, dijo un comerciante de la zona.
Minutos después, decenas de policías llegaron al sitio y acordonaron el área, mientras los equipos de Criminalística y Dinased realizaban el levantamiento de los cuerpos y recolectaban casquillos percutidos.
Este nuevo hecho ocurre apenas 48 horas después de que el presidente Daniel Noboa declarara un estado de excepción en El Oro, Guayas, Manabí, Santa Elena, Los Ríos, La Maná, Las Naves y Echeandía, debido a la “grave conmoción interna” causada por el crimen organizado.


L
a medida, que suspende derechos como la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia, busca permitir a las Fuerzas Armadas y Policía Nacional realizar allanamientos, inspecciones y operaciones de inteligencia sin restricciones legales.
Sin embargo, los ataques no se detienen. En menos de una semana, más de 20 personas han sido asesinadas en distintas provincias bajo régimen de excepción, lo que genera cuestionamientos sobre la efectividad de las estrategias de seguridad.
Machala, conocida por su actividad comercial y portuaria, se ha convertido en uno de los epicentros del crimen organizado, con una creciente disputa entre bandas que buscan el control de rutas para el tráfico de drogas y armas.
Mientras las autoridades investigan, la población vive con miedo. Los negocios cierran temprano y las calles quedan vacías antes de la medianoche. “Ya no hay lugar seguro”, lamenta un vecino del sector.
La ola de violencia parece no tener freno y deja en evidencia que, incluso bajo estado de excepción, Ecuador sigue viviendo una de las crisis de seguridad más graves de su historia reciente.