El planeta entero está a punto de presenciar un choque titánico. La tensión entre Elon Musk y Donald Trump ha escalado de manera explosiva en apenas unos días, y ahora la confrontación está al rojo vivo, atrayendo la atención de todos. Estos dos personajes, dueños de los megáfonos más poderosos del mundo, no escatiman en usar sus plataformas para lanzarse ataques feroces sin filtro.
Desde el Despacho Oval, Trump reaccionó con un tono casi de resentimiento, sorprendiendo por la virulencia de sus críticas hacia Musk y su rechazo a la “legislación presupuestaria grandiosa y hermosa”. Desestimó la afirmación del magnate de que sin su dinero, Trump habría perdido las elecciones, y acusó a Musk de cambiar de postura solo para proteger los intereses de Tesla frente a recortes fiscales.
Musk, en cambio, se mantiene firme en su discurso: no le interesan los subsidios para coches eléctricos, sino la salud financiera de Estados Unidos, que él ve en riesgo por la creciente deuda nacional. Acusó a Trump de mostrar una «ingratitud brutal» y no dudó en lanzar durísimas insinuaciones, incluso vinculándolo, sin pruebas, con los oscuros archivos de Jeffrey Epstein.
Lo que parecía una alianza improbable y poderosa entre un político y un empresario —con Musk ocupando un puesto clave durante la administración Trump para recortar gastos gubernamentales— ahora se ha convertido en una guerra abierta.
Aquellos primeros 100 días, cuando Musk revolucionó la eficiencia del gobierno con su Departamento DOGE, parecen muy lejanos. Las señales de ruptura se hicieron evidentes y, pese a intentos de mantener la alianza, la despedida formal la semana pasada fue cualquier cosa menos amistosa.
Ahora, con el ambiente tenso y las amenazas cruzadas en redes sociales, la pregunta es: ¿hasta dónde llegará esta batalla de poder? Trump ya advierte que buscará eliminar contratos y subsidios relacionados con Musk, mientras las acciones de Tesla ya sufrieron un duro golpe.
Por otro lado, Musk no escatima en recursos para contraatacar, financiando a rivales de Trump y desafiando a un establishment que no quiere enfrentarlo.
Los demócratas observan atentos, sin querer meterse de lleno, conscientes de que esta pugna puede definir la política estadounidense en los próximos años. Como dijo un estratega demócrata: “Es un juego de suma cero; mientras más se acerque Musk a los demócratas, más daño hará a los republicanos”.
Lo cierto es que esta guerra pública no da señales de acabar pronto. Mientras Trump solo tiene un mandato limitado, Musk afirma con firmeza: “Yo estaré aquí por más de 40 años.”}
