Ecuador vuelve a aparecer en la prensa global a través de un reportaje de The New York Times, donde se examina cómo el país se ha convertido en un punto clave para el tránsito de drogas hacia Estados Unidos, Europa y otros destinos. La corresponsal Maria Abi-Habib acompañó durante una semana a la Marina ecuatoriana para observar de primera mano los desafíos que enfrentan las autoridades en el mar y en las zonas costeras.
El estudio periodístico explica que, aunque Ecuador no es productor de cocaína, su ubicación estratégica facilita que organizaciones criminales provenientes de Colombia y Perú, junto con carteles de México, utilicen su territorio como parte de sus rutas. El reportaje recuerda además la salida del personal militar estadounidense de la base de Manta en 2009, un hecho que redujo la cooperación en materia de seguridad y dejó espacio para que redes delictivas internacionales ampliaran su actividad.
De acuerdo con el medio estadounidense, cerca del 70 % del flujo mundial de cocaína pasa por Ecuador, lo que ayuda a contextualizar el aumento de violencia, las disputas entre bandas y la crisis carcelaria registrada en los últimos años. La publicación señala también que el país aún no dispone de un programa antidrogas sólido, mientras que las organizaciones criminales operan en alianza con pandillas locales, contaminan contenedores de exportación y utilizan lanchas rápidas y submarinos artesanales para evadir controles.
Las Fuerzas Armadas ecuatorianas —según el informe— requieren más recursos, personal y equipamiento para enfrentar un fenómeno que crece con rapidez. Mientras tanto, los grupos delictivos continúan reclutando a jóvenes ecuatorianos, muchos de ellos afectados por la pobreza y la falta de oportunidades.
El análisis de The New York Times aporta una mirada detallada sobre el desafío de seguridad que vive Ecuador y la necesidad de fortalecer políticas, cooperación internacional y estrategias integrales para responder a un problema que trasciende fronteras.
