Quito se despide de uno de sus espacios más emblemáticos. La Plaza de Toros, construida en 1960 como símbolo de la cultura taurina en la capital, será derribada para dar paso a un ambicioso desarrollo inmobiliario. El predio, de carácter privado, se encuentra en el norte de la ciudad y, según estudios estructurales recientes, no cuenta con las condiciones necesarias para su preservación.
Esta plaza, que alguna vez convocó a miles de aficionados taurinos, fue inaugurada el 5 de marzo de 1960 con un aforo para 16.000 personas (y no 1.600, como frecuentemente se malinterpreta). Durante más de cinco décadas albergó eventos de gran relevancia cultural, incluyendo la tradicional Feria de Quito “Jesús del Gran Poder”, considerada una de las más importantes del mundo hispano en su época.
Sin embargo, su decadencia comenzó en 2011, luego de que una consulta popular prohibiera la muerte de animales en espectáculos públicos. Desde entonces, la actividad taurina se detuvo, y aunque en 2022 intentó reinventarse como escenario para conciertos y actividades culturales, las quejas de los vecinos por el ruido limitaron su funcionamiento.
El espacio colinda con el proyecto Quitopía, una iniciativa municipal que busca revitalizar zonas abandonadas de la ciudad para usos recreativos. Aunque este predio no es considerado bien patrimonial, su demolición ya cuenta con los permisos necesarios, y se prevé la construcción de un complejo urbanístico de hasta 20 pisos, cumpliendo normativas específicas.
Expertos como el urbanista Fernando Carrión advierten que la viabilidad comercial del proyecto podría verse afectada, ya que la dinámica económica del sector ha cambiado y muchas inversiones se han desplazado hacia el Valle de Cumbayá.
Así, la Plaza de Toros de Quito se suma a la lista de escenarios históricos que desaparecen en medio de la transformación urbana de la capital, dejando atrás recuerdos de tradición, polémica y expresión cultural.