Durante un nuevo operativo, los soldados hallaron y destruyeron un campamento minero ilegal que operaba en medio de la selva amazónica. La estructura no era improvisada: había viviendas, maquinaria pesada, tanques de combustible y una compleja red de suministros logísticos.
Pero lo que más llamó la atención fue lo que se descubrió entre los escombros: municiones, uniformes militares, siluetas de tiro y otros pertrechos bélicos que apuntan a algo más que minería. Aunque el Ejército no lo ha confirmado abiertamente, todo indica que el lugar servía como centro de entrenamiento armado del grupo guerrillero Comandos de la Frontera.
Esta zona ha sido tomada por completo por la organización criminal, que no solo expulsa a pobladores, sino que también recluta civiles para sostener su aparato operativo y alimentar el negocio del oro ilegal.