La madrugada del jueves 13 de marzo, la Penitenciaría del Litoral en Guayaquil fue escenario de un brutal atentado que dejó un guía penitenciario muerto, dos personas heridas, cinco vehículos destruidos y daños en viviendas cercanas. Según información policial, una cámara de seguridad captó a un hombre descendiendo de una camioneta blanca, estacionada a pocos metros de la entrada del penal. El sujeto colocó un explosivo debajo de un vehículo y luego huyó en una camioneta negra que lo esperaba.
El impacto de la doble explosión, ocurrida a la 01:30, provocó un apagón en varios sectores, dejando a cientos de familias en la oscuridad. Equipos de la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL) trabajaban en la zona para restablecer el servicio, mientras que personal de Urvaseo limpiaba los escombros. Decenas de agentes de la Policía Nacional inspeccionaban el área en busca de pistas, pero hasta las 10:00 ninguna autoridad había emitido un pronunciamiento oficial sobre este nuevo hecho de violencia en la ciudad.
Los habitantes de la zona vivieron momentos de terror. Los vehículos estacionados afuera de la cárcel, presuntamente del personal penitenciario y policial, quedaron envueltos en llamas. Del otro lado de la Vía a Daule, los ciudadanos salieron aterrorizados a verificar los daños en sus hogares y negocios.
La víctima mortal fue identificada como Jorge Adrián Carranza Morales, de 29 años. Entre los heridos se encuentran un policía y un civil, quienes fueron trasladados de inmediato a un centro de salud.
Los atentados con explosivos en el complejo carcelario de Guayaquil no son nuevos. El 25 de abril de 2022, un carro bomba estalló en la zona de restaurantes y comercios frente a la Cárcel Regional. La Penitenciaría del Litoral, con más de 6.000 internos, es el epicentro de la crisis carcelaria que entre 2021 y 2024 ha dejado más de 500 presos asesinados en masacres entre bandas criminales.
Este penal ha sido parte de las prisiones militarizadas por el presidente Daniel Noboa como parte de su estrategia contra el crimen organizado, imponiendo estados de excepción para intentar recuperar el control de las cárceles, donde las mafias han operado con impunidad. Sin embargo, la violencia sigue desbordándose, y los ataques como el de esta madrugada dejan en evidencia la fragilidad de la seguridad en Ecuador.
