El pasado sábado 29 de junio de 2024, Ecuador se estremeció con la noticia de que una joven subteniente de las Fuerzas Armadas fue encontrada muerta en su dormitorio en la Brigada Selva 19 Napo, en Orellana. Lo que inicialmente parecía un trágico accidente reveló ser el brutal femicidio de Aidita Pamela Ati Gavilanes. Este caso rememora dolorosamente el asesinato de María Belén Bernal en la Escuela Superior de la Policía en septiembre de 2022.
A pesar de la indignación y las promesas de justicia tras el caso de María Belén, el patrón se repite con un nuevo femicidio dentro de una institución de fuerzas públicas. Cada caso tiene sus matices, pero ambos destacan por el férreo espíritu de cuerpo que parece prevalecer sobre las demandas de justicia de las familias afectadas.
Sin embargo, el femicidio de Pamela Ati ha pasado casi desapercibido en la opinión pública. Un ejemplo claro son las tendencias en redes sociales, donde el caso de la subteniente no figura entre los temas principales de conversación digital, a diferencia del prolongado impacto que generó el caso de María Belén Bernal, que dominó las discusiones durante varios días.
Las alarmantes similitudes entre los femicidios de Pamela Ati y María Belén Bernal
Tras el femicidio de Pamela Ati, el Ejército Ecuatoriano emitió un primer comunicado informando sobre su fallecimiento por aparente asfixia debido a obstrucción de vías respiratorias, sin mencionar inicialmente la posibilidad de muerte violenta.
Posteriormente, la institución aseguró que colaboraría plenamente con la Fiscalía en la investigación. Al día siguiente, en un tercer y último comunicado, se reveló que 18 miembros de las Fuerzas Armadas fueron detenidos durante ocho horas como parte de las pesquisas.
Finalmente, la Fiscalía procedió a procesar a cuatro oficiales por el presunto femicidio de Pamela Ati.
Hoy se ha esclarecido con claridad cómo ocurrieron los hechos. Tras un almuerzo de despedida, la subteniente Pamela Ati y otras 18 personas consumieron licor artesanal en el centro de mantenimiento fluvial. Según testimonios, cuatro oficiales la acompañaron a su dormitorio.
Al día siguiente, una compañera encontró su cuerpo en el dormitorio. Sin embargo, la familia de Ati solo fue informada de su fallecimiento tres horas después.
Desde el Ministerio de Defensa y el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos se emitieron comunicados breves condenando el hecho y prometiendo colaboración. La segunda entidad activó el Comité de Respuesta Inmediata, pero aún no se conocen los resultados.
En el caso de María Belén Bernal, hubo poca información inicial por parte de la policía y el Ministerio del Interior. Las alertas y denuncias de su madre revelaron que había ingresado a la Escuela Superior de Policía. La respuesta inicial fue convocar una rueda de prensa que luego se canceló.
El padre de la subteniente también enfrenta falta de claridad en la investigación sobre la muerte de su hija. Inicialmente se le informó erróneamente que había muerto por ahogamiento, y tuvo que realizar un largo viaje desde Quito para enterarse de los indicios de violencia en la autopsia, que incluyen moretones en la cara, cuello, brazos y zona genital.
OTRA SIMILITUD
Otra similitud entre ambos casos es la presencia de faltas disciplinarias. En la Policía Nacional, el femicida Germán Cáceres ingresó a la escuela en evidente estado de embriaguez y previamente participó en una reunión con cadetes, sus propios alumnos. Mientras tanto, en las Fuerzas Armadas, el consumo de licor ocurrió dentro de las instalaciones del Ejército. Esto refleja una falta de control efectivo sobre la disciplina de los uniformados en ambos casos.
Para Geraldina Guerra, activista por los derechos de las mujeres y representante de la Fundación Aldea, la similitud más preocupante es que «se naturaliza la violencia en las estructuras de las instituciones de protección y seguridad de Ecuador». Explica que policías y militares son responsables de la protección y prevención del crimen, por lo que es alarmante que estos crímenes ocurran dentro de sus propias instalaciones.
Los femicidios de Pamela Ati en las Fuerzas Armadas y María Belén Bernal en la Policía Nacional reflejan fallos en la supervisión y disciplina institucional. Estos casos destacan la urgente necesidad de transparencia y reformas para garantizar la seguridad y protección efectiva de las mujeres en Ecuador.