El pico de la crecida del río Iguazú alcanzó las Cataratas en la mañana del lunes, cuando el hidrómetro registró un flujo de 24,200 litros de agua por segundo, aproximadamente 17 veces más que el promedio. A pesar de las previsiones que señalan una disminución gradual del nivel del agua en los próximos días, la Intendencia del Parque Nacional Iguazú aún no ha anunciado cuándo los turistas podrán retomar las visitas, las cuales se suspendieron el sábado debido a una alerta meteorológica.
Tras una primera inspección realizada con un dron por parte de la empresa Iguazú Argentina, se pudo determinar que aproximadamente 60 secciones de la pasarela que conduce a la «Garganta del Diablo» se desprendieron de los pilares de concreto. Gracias a la implementación de un sistema de amarre con cables de acero, se evitó que estas estructuras metálicas, de unos doce metros de longitud, cayeran al cañón del Iguazú, siendo arrastradas por la intensa corriente.
Las pasarelas de las Cataratas están diseñadas principalmente para prevenir daños estructurales en los pilares. Cuando se prevé una inundación, los operarios de la empresa concesionaria retiran las barandas y desmontan los pernos de sujeción de los pisos, de modo que, en caso de un impacto con troncos u otra fuerza del agua, se pueda producir la caída de una sección sin causar daños a la estructura de hormigón.