En un giro que sacude al correísmo, la prefecta del Guayas, Marcela Aguiñaga, anunció este 3 de diciembre su salida definitiva de la Revolución Ciudadana (RC), el movimiento en el que construyó su carrera durante casi dos décadas. La decisión ocurre tras una serie de cuestionamientos públicos de Rafael Correa, detonados por la reunión que Aguiñaga mantuvo con Lourdes Tibán, prefecta de Cotopaxi y una de las figuras más críticas del correísmo.
El distanciamiento se hizo evidente en los últimos días. Correa, desde sus redes sociales, dejó claro que Aguiñaga ya no formaba parte del círculo político del movimiento. Incluso publicó un mensaje que sonó a despedida: “Sé muy bien separar lo político de lo personal… te deseo lo mejor del mundo”. La prefecta, aunque visiblemente afectada, respondió con un tono conciliador al anunciar su salida, asegurando que mantiene “respeto” y “cariño” hacia el expresidente, a quien volvió a calificar como su amigo.
Aguiñaga recordó que dentro de la RC ocupó cargos clave: fue ministra de Ambiente, asambleísta y prefecta, además de una de las voces más influyentes del correísmo en Guayas. Hoy, sin embargo, afirma que fue “despojada de su espacio” dentro del movimiento.
Pese a la ruptura, la prefecta aseguró que continuará enfocada en su gestión provincial y en su proyecto político. Ratificó su intención de buscar la reelección en 2026, aunque por ahora no define con qué organización lo hará. Lo que sí dejó claro es que no será con ADN, el movimiento oficialista. “Ahí tampoco me quieren”, afirmó con firmeza.
La salida de Aguiñaga se convierte en uno de los movimientos más significativos dentro del correísmo en los últimos años, pues evidencia fracturas internas justo cuando el país atraviesa un nuevo reacomodo político de cara al próximo ciclo electoral.
